Emoción
Emoción
Miedo, Ira, Alegría
De un lado la emoción focaliza nuestra atención y nos activa más o menos y eso es perfectamente medible, por ejemplo mediante la sudoración de la piel (lo que aumenta la conductancia de la misma y puede medirse con un aparato con pinzas en los dedos que mida la conductancia) o también mediante el aumento del ritmo cardiaco ya que el corazón late más deprisa, es decir, el organísmo se prepara para la acción.
La ira aparece cuando vamos a perder algo y el estímulo está presente (alguien nos está atacando y vamos a perder la vida), el miedo aparece cuando percibimos el estímulo peligroso y anticipamos que vamos a perder algo, y la tristeza después, cuando el estímulo peligroso ya ha desaparecido y hemos perdido algo (por ejemplo nos han robado por la calle, el ladrón ya se ha ido y tenemos ganas de llorar porque estamos tristes).
Sin embargo, cuando la activación no se produce por un estímulo concreto que desaparece, si no que es producto de un miedo difuso ante una situación de posible amenaza que anticipamos como real (por ejemplo me voy a quedar sin trabajo, y ya lo estoy viviendo tiempo antes del posible despido) el estrés y la activación del organismo no disminuyen, si no que se mantienen en constante alerta alimentada por procesos que muchas veces son mentales o psicológicos. Esta constante activación es un factor de riesgo para la salud.
En el siguiente gráfico puede verse un esquema de lo que sería el estrés crónico.
En la emoción el organismo NO se activa por una orden racional dada por el cerebro, si no que la simple percepción de la emoción activa el mecanismo de lucha-huida o de acercamiento activando el organismo, y una vez activado es cuando somos conscientes de lo que pasa.
Científicamente, podemos decir que desde la psicología y neurobiología la emoción es lo que antecede a la activación de nuestro organismo, o lo que origina esa activación. La emoción ha sido estudiada, aunque poco, ya que otros aspectos como la memoria, el aprendizaje o la conducta se han investigado mas a fondo. Sin embargo, en los últimos años, hay un interés creciente por la investigación de la emoción y sus implicaciones psicológicas.
Los circuitos cerebrales implicados en la emoción son los más antiguos y están en la parte interior del encéfalo, mas cercana a la médula espinal, son principalmente la amígdala y el hipocampo. El hipocampo está muy relacionado con la orientación espacial y con la memoria, con saber donde estamos ubicados y con recordarlo. Es decir, cuando tenemos una emoción fuerte como miedo o alegría intensos el organismo graba toda la información en la memoria episódica, de manera que todo lo relacionado con el estímulo que desencadena la emoción queda grabado (lugar, temperatura, luz ambiente, objetos o personas que hay alrededor...).
De esta manera la memoria nos hará recordar el lugar donde tuvimos un mal episodio como un atraco o un buen episodio como el lugar donde nos dieron el primer beso.
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